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Canciónes y propuestas traviesas en un café-concierto parisino de la Belle Epoque.

En la capital del placer, todo el mundo viene al café-concierto para divertirse, escuchando canciones traviesas y atrevidas del Segundo Imperio Francés y de la Belle Epoque. Crueles o divertidas, las vicisitudes de la existencia se exponen en un cabaret, lugar perfecto para contarlas. En aquellos tiempos, la prostitución se mezcla al mundo del teatro. Inspirándose en pintúras de Renoir, Degas o Toulouse-Lautrec, el universo colorido y los efluvios de los cafés donde se encontraban artistas, poetas, señoritas de compañia, cortesanas y chicas de la calle están recreados en el escenario.

Yvette Guilbert, que rompe con la vulgaridad cantando la omnipresencia del sexo en la vida, muestra cómo una mujer puede ser la arquitecta de su emancipación. Nathalie Joly, acompañada de su pianista, de una mujer joven que toca bandoneón y de una bailarina muy andrógina, homenajea a estas cortesanas, señoritas de compañia, bebedoras de ajenjo y chicas de la calle. ¡Un poco de travesura y de humor se agradecen en estas vidas, muchas veces menos rosa que la seda de sus ropas interiores atrevidas!